sábado, enero 20, 2007

Una verdad incómoda


Ayer asistí a la última película del Ciclo de cine Ecológico organizado por la Junta de Andalucía y la UGR, se trataba de “Una verdad incómoda” (An Inconvenient Truth - Davis Guggenheim). Ya sabéis, ese documental hecho a la medida de Al Gore, en el que se habla de el Cambio Climático y ss consecuencias. Unos gráficos muy monos, una grúa que le eleva al punto final de una diapositiva, chistes cuidadosamente escogidos, explicaciones tipo documentas de Los Simpsons (“Soy Troy Mcklure, me recordarán de otros documentales…”), e impresionantes instantáneas de todo tipo. Ah, y alguno que otro paréntesis hablando sobre su vida, detalles olvidables, insulsos e innecesarios. Al final aburre tanto que recuerdas que los parpadeos no deven de ser tan prolongados, ejem. Larga, demasiado larga. Termina. Los créditos…


La gente huye: los biólogos , los Erasmus, los profesores conocidos, las patatas de la bolsa… Al fin, de unas trescientas personas aquello se queda en cincuenta. Comienza el debate, lo moderan tres sujetos: Juan de Dios, cinéfilo y friki confirmado; Rafael Hernández, profesor de la UGR de Ciencias Ambientales; y el último es Jesús García, ecologista perteneciente a la Plataforma Salvemos el Salón, y, para colmo, candidato a la alcaldía granadina por Los Verdes.

En primer lugar, Juan de Dios hace la autopsia a la película o, mejor dicho, la descuartiza, y ésta queda tan mal parada que al fin decide que ni siquiera es capaz de llamarla película. Que el director se ha quedado a gusto, que ha reproducido las conferencias de Al Gore y ha metido esos “flashbacks” para disimular. Rafael dice que ya quisiera para sus clases una presentación de Powerpoint como esa y un torillo para vacilar… mientras tanto Jesús les sigue la corriente… él solo quiere convencer a los empresarios de que no deben contaminar… pero… ¿éste en que charla estaba?

La conclusión es que “la cosa” (como se acordó llamar al documento visionado tras el asesinato a sangre fría) era una vana representación, la conferencia exacta, rodada en plató, seguramente con cortes, con un guionista (de la conferencia) muy agudo, con un tono triston y/o tremendista que quizás no era el más adecuado, con público, puede que con risas enlatadas… Una obra de teatro a beneficio de el que se anuncia diciendo: “yo fui el próximo presidente América”. Y Juan de Dios añadió que con un tono de predicador…

Como el debate había terminado por los cerros de Úbeda, Rafael reclama la atención sobre el tema principal: El Calentamiento Global. Resalta que la explicación ha sido científicamente correcta y sencilla, fácil de entender para cualquiera. Y señala que quizás el proceso no se pueda detener, pero sí ralentizar hasta lograrlo. Las opiniones del público vuelven a surgir. Pero finalmente se van orientando a cuestiones políticas. Aún más cuando Rafael pregunta algo como: “¿Creéis que al hacer Al Gore este documental, la clase política empiece a interesarse por este tema?” Las opiniones se diversifican, desde que hay que empezar desde la ONU, a que el pueblo debe tomar el mando, o que los políticos pasan, o que hay que seguir el dictado de tu corazón… ¬¬U

Muchas cosas de las que se dijeron son realmente ciertas. La película puede servir de orientación a los que desconocen el problema o como motor para intentar hacer algo al respecto… Puede servir para que cada uno de nosotros despertemos, dejemos el coche en casa y cojamos el autobús. Puede servir para que empiece a existir una verdadera conciencia ambiental. En ese aspecto, la importancia de la película aumenta enormemente.

Se necesita, y se acepta como agua de mayo por parte de los ecologistas, pero las personas deben implicarse en el día a día. Cambiando nuestra conducta de forma drástica: exigiendo a los organismos de gobierno ciudades limpias y menos contaminadas, llevando el mínimo gesto hasta el último escalón que sea capáz de alcanzar. Reciclando, ahorrando energía, apostando por el biodiesel, no invirtiendo en esos campos de golf, no invirtiendo en esa destrucción de los espacios naturales, protestando cuando un árbol arde tanto como si hubiera sido una hectárea. Se trata de la vida de la que tenemos el privilegio de disfrutar, Se trata de que quizás no tengamos que esperar a las siguientes generaciones para que el cambio climático afecte gravemente a nuestra vida cotidiana.

Las altas temperaturas y la sequía en Galicia, el País Vasco y Andalucía Oriental, la falta de nieve en las estaciones de esquí, presas al 50%. Medio lleno o medio vacío. Yo creo que lo segundo, porque en mi ciudad hay veces en las que durante un día hay un intervalo de temperaturas de hasta 20º C. Donde las semanas lluviosas eran frecuentes y ya ni siquiera nos visitan. Porque todos sabemos que no es normal ese verano invadido de medusas que casi ha llegado hasta noviembre. Porque los destrozos causados por el temporal Kyrill en Gran Bretaña y en media Europa están fuera de lo común. Y no es normal que en enero haga más calor en Alemania que en España…

Es muy sencillo: Nosotros expulsamos CO2 en exceso a la atmósfera, los rayos de sol penetran en ella, pero al salir se refractan más rayos infrarrojos cuanto más CO2 hay, y, entonces, aumenta la temperatura enormemente, el agua de los océanos se evapora más rápidamente y los temporales y los huracanes son mucho más fuertes, aumentan las sequías…

La solución la conocemos todos, ahora hay que ponerla en práctica.

Comisión europea- Cambio Climático: http://ec.europa.eu/environment/climat/campaign/index_es.htm
Web de la película: http://www.climatecrisis.net/
Al Gore: http://es.wikipedia.org/wiki/Al_Gore
Retroceso de los Glaciares: http://es.wikipedia.org/wiki/Retroceso_de_los_glaciares_desde_1850
http://www.greenpeace.org/mexico/photosvideos/slideshows/the-global-retreat-of-glaciers
Cambio climático: http://www.ecoportal.net/temas/calenta.htm
-Algo interesante que ver: Domingos a las 21.45 en la 2: Otro mundo es posible
Blog: http://www.otromundoesposible.com/?p=926
Info: http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=25053

domingo, enero 14, 2007

El Libro Verde


Aquella enorme, oscura y lúgubre biblioteca la atemorizaba como la peor de sus pesadillas. Las oscuras y pesadas estanterías se alzaban hasta el infinito, y Aisha se preguntaba si aquel lugar poseía un cielo de libros ordenado por orden alfabético.

Rozó levemente con el dedo algunos coloridos volúmenes. El polvo de aquellos libros olvidados se había quedado en su dedo índice. A la luz del candil que portaba en la otra mano, aquel polvo parecía puro oro. El polvo de la imaginación, pensó, puro oro en sus manos y en cada letra de aquellos libros.

Le sorprendió uno de los títulos de una colección que reposaba algo más arriba. A. Una simple vocal era suficiente para nombrar aquel libro en sombras. El título del libro contiguo había sido ocultado por el polvo. Pasó los dedos a los libros de la colección mientras iba leyendo sus títulos:

A-V-E-R-I-G-U-A - Q-U-I-E-N - T-I-E-N-E-S - D-E-T-R-A-S

Se volvió sobresaltada por la adivinanza formulada maléficamente por aquellos libros.

Nada. Absolutamente nada. Únicamente otro de aquellos infinitos pasillos. Recto y simétrico como todos los demás.

Aisha alzó el candil ante ella. Los volúmenes de aquel pasillo parecían más antiguos que el resto. Se adentró en él, escuchando retumbar sus propios pasos.

La mayoría eran tratados griegos: filosofía, aritmética, geometría y poco más. Pero uno de ellos le llamó la atención. Carecía de título y de autor, Era pequeño, casi del mismo tamaño que el de una de sus palmas. Era de un color verde claro, casi grisáceo, pero aún así de un tono vivo. Grabados plateados decoraban su canto, motivos florales y geométricos lo invadían desde los lomos.

Alzó la mano y lo cogió, notando el tacto suave y liso, y poco después el uniforme de las páginas. Se sentó en el suelo de mármol, puso a su derecha el candil, y admiró los dibujos de la cubierta. Un extraño duende sonreía en el centro, rodeado de lisas espigas de trigo.

Abrió el libro.

Una página en blanco, gastada, como las que han sido leídas miles de veces, daba la bienvenida a su mirada y a su mente. Tras ella comenzaba la historia.

Un mundo de duendes. Un mundo lleno de bosques de verde esperanza, un mundo de cumplidores, un mundo de deseos cumplidos, un mundo de pequeños príncipes, un mundo de enigmáticos y mágicos niños, un mundo unido al mar y a sus grandes paisajes, un mundo ligado a la fantasía como si de tan solo eso se tratase. O simplemente y maravillosamente de eso tratara. Un mundo de enigmáticos laberintos, de dragones, de guerreros, de amor, dulce como el azúcar, mágico como los castillos de palabras.

Un mundo en el que Fantasía e Imaginación iban de la mano; contando, dando forma e inspirando increíbles historias, tal y como lo hacía El Cuentacuentos.
El Cuentacuentos era el que viajaba por aquellas páginas encantadas. Un único personaje principal, que leía e inventaba historias, sumergiéndose de pronto en ellas o haciéndolas realidad. Tan feliz era que sentía que ese era su propio mundo.

Pero un día las palabras desaparecieron del Mundo Real. Él no podía creerlo. Las personas vagabundeaban confundidas por las calles. Vacías de sentimientos, de ilusiones. Sumidas en una tristeza de la que era imposible escapar.

El Cuentacuentos abandonó su querido Mundo Imaginario, pues temía por las personas que habitaban en el Mundo Real. Atemorizado por la terrible idea de que las palabras nunca regresaran. Y porque la desesperanza se adueñara de sus corazones.

Pero él iba armad de un mágico artefacto. Polvo de unicornio. Cogió sólo un poco del que le habían regalado encantados aquellos bellos seres. Lo puso en la palma de su mano, la abrió y sopló sobre el Mundo Real. A los niños les empezó a picar la nariz, a los adultos, como niños, también. Se acercaron cubiertos de una sorprendente esperanza a El Cuentacuentos.

Él comenzó con uno de sus maravillosos cuentos, él que no había perdido sus palabras aún, porque no las había dejado escapar. Los niños sonrieron al escuchar sus aventuras, los adultos imaginaron al recrear sus grandes viajes.

Cuando estaba a punto de llegar al fin de su historia, palabras aladas comenzaron a rodearles. Habían vuelto porque añoraban las historias, porque añoraban la imaginación de las personas. Y entonces todos comenzaron a hablar, algunos continuando la historia de El Cuentacuentos, otros inventando sobre la marcha otras nuevas, otros escribiendo en cualquier parte bellos cuentos.

En aquel momento de felicidad, Fantasía e Imaginación aparecieron ante El Cuentacuentos. Todas las personas se acercaron, aunque los cuentos proseguían.

Nombraron a El Cuentacuentos con un nuevo título. Le denominaron de forma diferente para agradecerle su proeza, que hubiera traído las Palabras de nuevo al Mundo Real. Le nombraron como Señor de las Historias. Y le pidieron que, cada vez que las palabras trataran de huir o que alguna de ellas dos se encontraran en peligro, cuando las personas dejasen de contar historias, el volviera al Mundo Real y lo salvara con sus cuentos de Cuentacuentos. Fantasía e Imaginación se unieron y desaparecieron ante los atónitos ojos de todos. En su lugar apareció un pequeño libro verde. Éste se abrió y sus páginas corrieron, volaron, llenándose de los cuentos que por allí andaban, y casi al finalizar, el libro llamó a El Señor de las Historias, que saltó a su interior, quedando dibujado en él como un duende, y volviendo a su propio mundo, el Mundo Imaginario.

Aisha cerró el libro, ahora era de un color mucho más vivo, un verde con vida propia. Acarició la figura del duende, agradeciéndole que le hubiera contado aquella maravillosa historia. Pero el libro saltó de sus manos, y se abrió de nuevo, sus páginas comenzaron a correr, y de él salieron hadas y luciérnagas de colores, que volaron hacia todos los rincones de aquella gran biblioteca, iluminándola con su bella luz. Salieron unicornios, que trotaron felices por el aire, pequeños duendes con sombreros de seta rodearon a Aisha, águilas blancas e inmensas batieron las alas saliendo del libro, los gnomos subían por las estanterías, las ninfas danzaban, y guerreros y princesas sonreían alzándose con sus dragones y caballos. Y de repente un hombre con una capa verde se alzó sobre todos ellos, haciendo que el polvo huyera agitado de las librerías, y haciendo que los libros del cielo se abrieran y batieran sus hojas como las plumas blancas de un ave. Un espectáculo bello e increíble.

-Gracias por abrir este libro. Has despertado esta historia, y Fantasía, Imaginación y yo, El Señor de las Historias, te estamos muy agradecidos, por que el libro empezaba a ser olvidado, a ser gris como la niebla. Y tú lo has vuelto más verde de lo que era, despertando de su letargo esta gran biblioteca.

Bajó al suelo, y besó la mano de la niña Aisha. Y en un remolino de color, y de viento cálido, desapareció con sus compañeros mágicos entre las páginas del libro. Al Mundo Imaginario.

La biblioteca quedó en completa oscuridad por un segundo, pero luego se iluminó con las mismas luces de colores de las hadas, el frío suelo de mármol ahora estaba cubierto de bellas alfombras árabes, las estanterías habían aclarado su color hasta el nogal, y los libros de brillantes colores relucían sobre las baldas, deseosos de ser abiertos por un corazón ávido de lectura. Aisha miraba a su alrededor maravillada con las lámparas de cristales que colgaban del alto techo, con las paredes de un amarillo ocre, con la suavidad de las alfombras. En ese momento escuchó el sonido de la gran puerta que ella había abierto no sabía cuanto tiempo antes, personas de todas las edades entraban en la biblioteca, niños alegres, ancianos, adultos, jóvenes escritores armados de pluma y papel… Sonrió y puso el libro en la estantería, donde debía estar.


Y caminó contenta en busca de otro de aquellos libros que le hiciera soñar con Imaginación, Fantasía y con El Señor de las Historias como aquel libro verde lo había hecho.

Más historias para sonreír en El Cuentacuentos

Me he encontrado con esta genial foto de este increíble graffiti que andará por las calles de Granada. Y es que los caminos de Flickr... son insondables ¡y muy agradables!