sábado, mayo 08, 2010

Un poco emos pero molan

lunes, mayo 03, 2010

Adrián

La casa de Adrián está en un parque. Su vida está envuelta en claroscuros. Pero las sombras, lo son más que la noche.
Su mirada envuelta en una clarividencia, su voz en la droga, y su mente, ya no sueña.
Adrián vive en la calle, es una persona real, existe, pero no se llama así. Lleva consigo una mochila y una bandolera. Y un libro, con forma de agenda de un año perdido, que quiere escribir para llevar a cabo aquellas tres cosas que rezaba un antiguo probervio chino. Adrián nos contó su vida, cuando sólo venía en busca de unas monedas para una botella de cerveza.
Adrián estaba envuelto en el buen humor, cuando ofrecía un poema o un chiste, a cambio de céntimos. Al final fueron dos chistes: uno malo, y uno bueno, para compensar. Adrián nos hizo sonreír, nos entretuvo media tarde. Nos demostró que iba a  por aquella cerveza, gracias a nosotros, dejándonos sus cosas, en confianza.
A Adrián se le caía la baba con cualquier bebé que pasaba, porque él, tenía uno. La hija del mar, según nos contó. La historia de su vida comenzó a ser contada a partir de una pregunta trivial, pero una de esas que buscan indagar más en los porqués de una persona, que aparentemente se hallaba perdida. Pudimos atisbar su lucidez, su inocencia, y su amor.
Pero tras conocerle, no nos pudimos quitar la sensación de impotencia. Porque era imposible no tenerla. Era el precio de haberle conocido.




Si alguna vez, encontráis a alguien que os pide un beso, para plasmarlo en una página, es que habéis encontrado al verdadero Adrián, ese que sí existe.