sábado, febrero 28, 2009

Grandes personas

Están ahí mismo, aunque a veces no nos damos cuenta.

A veces la mejor forma de dar las gracias es mejorar, para que se den cuenta de que sus consejos cuentan para nosotros.

Fibrilando... Carter vuelve a ER


O cómo volver a casa por navidad... pero sin turrón.
Bueno, ya estoy buscando por ahí a ver cuantas temporadas de Urgencias me faltan por ver...
Carter vuelve a casa, lo he visto en seriesblog, un poco en plan deja vu, porque esa historia ya me sonaba de algo... ¿Habré dado una No-ticia? La duda es cuánto durará...

Concurso de guión Héroes... para un Spot de SciFi

Miralos que apañaos! Un concurso estupendo para esos guionistas y escritores españoles que no contratan para escribir "Águila Roja". Venga, a hacer un anuncio de calidad, eso seguro. Más aquí.

domingo, febrero 22, 2009

La primera batalla



La ciudad de Pahlenor hubiese sido como otra cualquiera: un asentamiento rodeado por una muralla de piedra gris, aburrida y monótona, con no demasiada población; pero Pahlenor se hallaba en la mitad Este de Barak. Una de las más cercanas a la ciudad Azul. Hecho propicio para que Kahré volviera a ver a otro de aquellos etéreos seres con los que se había topado en el abismo de Hexa, hacía ya casi siete meses. Mientras daba una vuelta por la muralla, rodeado por las almenas, vislumbraba el Bosque de los Álamos. Donde se había topado con el ángel de ojos verdes. Desde que se enteró en la taberna de Gorth de que había habido más avistamientos, se convirtió en un cliente habitual, intentando conocer algo más de aquel ángel, o simplemente toparse con los que la habían visto.

Pero nada ocurrió, nadie la había vuelto a ver, nadie traía noticias del camino. Cómo si se hubiese esfumado. Entonces se preguntó si algo le habría ocurrido. Si estaría bien.

Kalel estaba en la ciudad, junto a las murallas de la parte Éste, intentando encontrar a Kahré. Al fin le vio, en lo alto, tan introvertido y melancólico desde su extraño encuentro en el bosque. Más vigilante de sí mismo que de las murallas. Corrió a las escaleras y subió a las almenas.

-Deberías estar más alerta, puede que nos ataquen en pocas semanas. –dijo, sacando de un golpe a Kahré de su ensimismamiento.

-¿Cómo? … ¿Atacarnos? ¿Quién?

-¡Quién sabe la que nos tendrán preparada! Sabíamos a lo que veníamos ¿no? Y ya me lo ha confirmado el Capitán. Hay indicios de que un gran destacamento de la Guardia de Abdarelth se está preparando para salir de su madriguera.

-¿Así? ¿Sin más? ¿Atacan a su rey?

-¡Avisarán, si te parece! Dicen, que hace mucho eran independientes, estaba claro que resurgiría ése sentimiento nacionalista. Demasiado han tardado. Y eso que Darkos me lo recordaba constantemente… “La amenaza se está preparando”, me decía.

-Con la poca confianza que me inspiraba ese sujeto, y ahora va a resultar que estaba en lo cierto. Pero algo tengo que alegar a eso, cuando los vimos no parecían más beligerantes que una simple mariposa.

-Supongo, pero armados iban, acuerdate. El Capitan cree que a finales de Septiempre se producirá el ataque. Yo te recomiendo que para el día 22 estés preparado, y que contagies el estado de alerta a los de nuestro destacamento. Será preciso que estemos concentrados para la batalla.

Así, sin más que decir, se volvió y se fue. Considerándole un segundo de abordo, y no un amigo con quien compartir sus verdaderas inquietudes. Le vio dirigirse al Palacio de los Capitanes, para no variar. Y ahora Kahré tenía que llevar a cabo una dura preparación para dar en la diana, matar, a unos cuantos de esos seres que le despertaban tantísima curiosidad.

Aquellas tres semanas se pasaron entre entrenamientos, misiones de exploración, noches hablando con Kalel sobre las estrategias de batalla en cuyo conocimiento le había puesto el Capitán, y aún más entrenamiento. En los entrenamientos, Kalel acertaba 47 de 50 dianas. Kahré 49.

Kahré se sentía un poco más unido a Kalel, pero quizás sólo con la excusa de la batalla. Había compartido historias, vivencias, y hasta la muerte de Ángel y la caída de Aura. Se sentía lejos de su mejor amigo.

El día marcado llegó, y en la madrugada se apostaron infantería, caballería y arqueros en las lindes del bosque de Pahlen, con una llanura entre ellos y el Paso de Thiará, que comunicaban la llanura con el otro lado de los montes Fhahendmoth.

Los espías habían avistado al destacamento acercándose directamente desde el Éste al Paso. Kalel, situado con su destacamento en la parte Sureste, de terreno ligeramente más elevado, en vista de que se acercaban, mandó a Kahré avisar a la caballería de que cinco minutos después de su señal, podrían entrar en juego. Así que Kahré volvió al bosque. Corrió hacia el norte. De repente escuchó unos pasos que no eran los suyos. Se detuvo y miró en torno a él. O era una ardilla, o un espía de los Abda demasiado sigiloso. Los ruidos le llamaban hacia el Sur. Corrió hacia ellos. Pero una flecha de punta blanca, que casi se le traspasa la cara, le paró en seco. Giró la cabeza hacia su izquierda, que era de donde había salido la flecha.

-¡Uf! ¡Casi te pillo!- Dijo el espía, burlón. Estaba encaramado en la rama de un árbol, envuelto en una capa verde oscuro y con la capucha puesta. Sólo se le veía una media sonrisa. Y como si su arco y su carcaj hubiesen desaparecido.

-Creía que los espías llevaban puñales y que atacaban por detrás.

-¿Quién dice que yo sea un espía?- Kahré se precipitó a desenvainar su espada.

Antes de que él hubiera tocado siquiera el cuero de su cinto, el espía tenía el arco en mano y otra flecha de punta blanca en tensión.

-Lo de antes era una broma. Sólo era para que no pasaras de largo ante mí. Alcanzo en el corazón a una ardilla en movimiento a cien metros. Las dianas me parecen… demasiado estáticas.

-¿Qué es lo que quieres?

-Que subas aquí.

-¿Cómo? ¿No me vas a desarmar?

-Confío en ti. Además, lo que te voy a enseñar evitará una catástrofe. Vamos… ¡Sube!

Kahré dudó. Podía hacerle caer desde tan alto dejándole el cuerpo completamente inútil. Pero su instinto le decía que aquel espía no tenía malas intenciones. Escaló el álamo y se detuvo a la altura del espía.

-Sube un poco más, soldado. Y mira al sureste.- Kahré subió, aquel álamo era de los más grandes, y al salir por encima del resto de las copas se giró y miró hacia donde le había dicho el espía. El destacamento de arqueros de Abdarelth se apostaba en los riscos de las montañas, no venían de frente con el resto de destacamentos desde el Éste. –En cuanto salgáis os abatirán a todos, están en el ángulo y a la distancia perfecta. Ahora mira al sur. Allí hay un lugar más alto que el de ellos, poned un cebo, y en cuanto se adelanten, les abatiréis vosotros a ellos.- Kahré bajó.

-Pero, ¿por qué me dices esto?

-Porque no soy un espía. –Y todas las teorías de Kahré si que cayeron, inutilizadas.

Cuando Kahré bajó, el espía-que-no-lo-era ya no estaba.

Corrió de vuelta a las lindes del bosque y le explicó la situación a Kalel. Él le obedeció, aún confiaba en él. Cuando iban con los mejores arqueros del destacamento hacia el sur, le dijo:

-¿De dónde has sacado todo eso? ¿Cómo has conseguido averiguarlo?

-Supongo que… me lo dijo una ardilla.


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Cuando tenga un poquito de tiempo colgaré la historia ordenada en una página de google que me hice... Van 58 páginas... Poquitas, pero muchas para mí. Por ahora puede leerse aquí.