Los países enfermaron de guerra y comenzaron a vomitar sangre y placenta.
Vomitaron vida. Vomitaron el vehículo. Vaciaron las autopistas.
La expulsaron de sus propias raíces.
No querían más savia que les mantuviera a la espera de una muerte lenta,
y llena de sufrimiento.
Y llena de dudas.
Vacía y libre de objetivos y motivos.
Sólo negrura de días grises. Atmósfera agobiante. Ni lluvia ni sol.
Cielos encapotados por nubes laminadas y CO2.
Ciudades monótonas, lineales y de hormigón.
La mejor opción era acabar con ella. Con su agonía.
Con su dolor.
Adiós Vida, adiós.
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Fotografía: Anthony Bolan
Categorías:
Escrito sin mirar,
Relatos El Cuentacuentos
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