jueves, octubre 11, 2007

El viento se lleva algo más que palabras





Las palabras no significan nada, no son importantes, lo que marca son tus actos, y la coherencia de estos con tus palabras.


En el momento en que tus palabras se anticipan a los deseos del corazón, se vuelven maleables, plásticas, cambiantes. Se estiran y contraen con expresión de gran dolor. Crean deseos que no existen, dicen que sientes algo que aún no has sentido. Sólo tienen un objetivo. Hacer que al corazón se le vaya la cabeza.

Con un pequeño impulso, el resorte salta, y las palabras comienzan a salir de tu boca como un arroyo turbulento. Salvaje, descontrolado. Variado y extenso en Variedad como el Ciclo del Agua.

Las palabras entran en otras bocas, provocando rápidas reacciones, como reflejos, que originan otras palabras que harán de los reflejos-respuesta un bucle infinito de conversaciones.

En un momento determinado. En el que a las manos y a los labios les tiembla el alma del lenguaje, nos quedamos sin palabras. Ya hemos utilizado todas. El corazón está en un manicomio, atado a la cama y con una venda en la boca.

Ahora le toca al aparato locomotor hacer imaginación los hechos. Y hacer la realidad imaginación. Para que el corazón continúe en la locura, creyendo que aún conserva la razón del amor.

Cuando el talón está a punto de tocar la superficie del suelo, intentando completar el primer paso hacia su deseo, el corazón es sacado con forces. Le hacen daño y sufre. Quiere volar, pero aún está en la tierra, atado, preso. Por las palabras que le encerraron en su propia locura. Por las venas y las arterias que le sujetan a la realidad del desierto del alma.

Donde, para su sorpresa, se encuentra sólo. Libre, pero rodeado de tan sólo arena.



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