lunes, octubre 22, 2007

Un día. Hoy.


Incluso el que menos te lo esperas podría ser el mejor día de tu vida. Abrir los ojos, sonreír a la primera persona que ves después del sueño. Abrir el frigorífico, coger la botella de leche, hacerla sonar contra la encimera. Ese podría ser el comienzo del mejor día de tu vida. Siento que no pueda ser un inicio más emocionante, pero si los días que llevas vividos, han empezado así, porqué tiene que cambiar.
Coges el coche, el autobús, miras las caras de la gente, dejas a un anciano o a una mujer embarazada sentarse. Llegas al trabajo, a la facultad, al instituto, a la oficina de empleo. Qué más da. Entres en el edificio que entres, sujetarás la puerta para que pasen antes de tí.
Saludas a las personas que conoces, y a algunas a las que no. Trabajas, asistes a clase, a una entrevista. Y sabes que todo saldrá bien.
Le echas sal a la comida, o disfrutas de su aroma mientras la cocinas, saboreas hasta el agua. Disfrutas de una conversación, de un poco de música, o de la conversación de la mesa de al lado. Quién podía imaginar que una conversación sobre la lluvia o el viento podía ser tran entretenida.
Trabajas algo más y vuelves a casa. Casi es de noche. Hablas sobre el día con quien te está esperando en casa. O por teléfono con quien no está allí.
Pulsas unas pocas teclas, intentando conjugar algunos verbos, intentando coser algunas palabras y como cada lunes, por arte de magia, un montón de gente te visita, te cuenta, te habla, opina. Son Cuentacuentos. ¿Los has leído?

Porque todos los días, son los mejores de tu vida.